martes, 23 de marzo de 2010

EL TERREMOTO DE 1910 Y DON RICARDO

En 1910, hace exactamente cien años, inicia el primer periodo presidencial del Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno, antes de su llegada a la primera magistratura, ya don Ricardo, era reconocido por sus dotes de gran abogado, con 26 años ya había sido elegido presidente del Concejo Municipal de San José, además de su desempeño como Presidente de la Corte Suprema de Justicia, a la que renuncia cuando el presidente José Joaquín Rodríguez Zeledón, se declara dictador, además de ejercer la presidencia del Congreso. Fue el único costarricense que ha ejercido la presidencia de los tres poderes de la república. Su inspiración nace de las ideas liberales, que estudia y dominaban la Europa de su tiempo, y el consejo sabio de su padre, Don Jesús Jiménez Zamora, quien también había ejercido la presidencia de la República.
El 4 de mayo de 1910, cuatro días antes de iniciar su primer gobierno, se da en su ciudad natal Cartago, un terremoto, el 25 de enero el volcán Poás produce una gigantesca erupción, que se podía apreciar desde San José, tal y como lo retrataron las fotos de los diarios de la época y a menos de tres meses, el 13 de abril, se movió la tierra que daño edificios y casas en las ciudades de San José y Cartago, ya como un presagio de lo que venía. Casi a las 7 de la noche, de ese 4 de mayo, la ciudad de Cartago quedo en ruinas, los muertos, los heridos, los huérfanos y viudas abundaron, pero con el apoyo de todo el país se volvió a levantar la leal y noble ciudad cartaginesa. Aunado a la tragedia natural, Don Ricardo asume el país con los problemas financieros típicos de nuestra hacienda pública, lo que le significó un gran reto, del cual salió bien librado. Recibió el reconocimiento de sus admiradores y detractores, su liderazgo lo llevo dos veces más a la presidencia en 1924 y 1932 y renuncia a una cuarta postulación para 1940, pues ya su avanzada edad lo hizo desistir de volver a servir al país.
Hombre culto, inteligente, enérgico, que sabía cubrir su brillantes con ejemplos y refranes populares, para hacerse comprender mejor por sus amigos los “camisas blancas”, y campesinos. Supo enfrentarse a los diferentes grupos de presión, se que oponían a la secularización de la educación pública, incluso de los cementerios, lucho por la creación del Banco de Seguros (hoy Instituto Nacional de Seguros), el 23 de julio de 1910, bajo su gobierno, el tren llegó por primera vez a la hermosa provincia de Puntarenas, impulsando un cambio sin precedentes para el desarrollo económico y social del país.
A Don Ricardo le debemos importantes reformas constitucionales, como el porcentaje del 40% necesario para salir electo presidente, norma que sigue en vigencia hasta nuestros días; la ley de accidentes de trabajo, créditos para el agro y pequeños productores, su visión fue de estadista mas que de mero gobernante.
En mayo de 1940, envió una carta a Diario de Costa Rica, en donde entre otras cosas señalo: “Jamás he sido ídolo de nadie… Desde joven he ido siempre contra las ideas reinantes … No es que el ídolo esté roto, no es que el ídolo lo abandonaron los devotos. La realidad es que no hubo devotos nunca, ni el ídolo los buscaba o los quería… Lo de mi gran popularidad que tuve y que ahora pierda, es simplemente un mito. Fui presidente tres veces, pero no por la fuerza arrolladora de mi popularidad, sino porque mis rivales, por razones del momento o por otra causa, eran más impopulares que yo… Jamás los costarricense han sido carneros de mi rebaño” No hay duda que fue un político que nunca se aferró al poder, ni por la fuerza y no por el ego. Sabia cual era su misión, servir al país.
Vivió sencillo y de igual manera murió, no quiso honras oficiales, ni discursos, solo espero la generosidad de la tierra, que recibiera sus despojos, dándoles asilo y olvido. Así fueron los días de Don Ricardo. Todo un ejemplo de amor a la patria.

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