martes, 23 de marzo de 2010

QUE ESPERA UN CANDITADO DE SUS COLABORADORES

Cuando se inicia una campaña electoral y se asume el reto de aspirar a llevar la dirección política y administrativa del gobierno, el candidato debe establecer y mostrar su propio estilo, con el objeto de hacer llegar su visión del país, su mensaje, pero para ello necesita ordenar a su equipo de colaboradores inmediatos, llámense gerentes, coordinadores o directores de campaña.
Ciertamente, esto hará que todos sus copartícipes sientan el liderazgo de su candidato, tanto a lo interno como a lo externo de su campaña. Necesita un grupo sometido a la autoridad personal, bajo control, en donde todos deben trabajar en equipo en cumplimiento de una sola meta, realizar una buena gestión de campaña. En otras palabras “caballeros dispuestos a morir por su líder”. El miembro del equipo que no comprenda la ruta trazada por el candidato, y se deje seducir por una constante exposición a los medios de prensa, el micrófono y las cámaras, y actúe con imagen propia e independiente de lo que la cabeza proyecta y le ha ordenado, sin duda tiene sus días contados en el cargo.
El que olvida que los fracasos se asumen con hidalguía y los éxitos se le entregan al candidato, es porque no sabe trabajar en equipo.
El candidato moderno está expuesto a los medios de comunicación y es el único habilitado para suministrar la información sobresaliente de lo que será su futura gestión pública. Así siempre los créditos de una acertada labor de la campaña, van a beneficiar las aspiraciones presidenciales.
Si se da esta coherencia en la dirección política el candidato será percibido por la opinión pública, como el verdadero hacedor del éxito y sin duda como el líder capaz de sacar adelante el país.
Pero cuando las acciones incorrectas de la campaña son asumidas por los “responsables” de la malograda estrategia, deben cumplir y dejar el cargo a “otro más competente.”
Este mecanismo de supervivencia política, hace que el candidato no sea salpicado de sus propios errores, ni de los de sus colaboradores.
El colaborador será siempre la decisión acertada, su reputación es producto de una experiencia propia de su carrera política y profesional, pero cuando este se equivoca, el candidato “debe” sustituirlo en nombre del buen desempeño y solo reconocerá que su subalterno se va porque su éxito carrera lo requiere en otras posiciones en la campaña. Así caen unos y llegan otros pero el candidato sigue y la campaña se mantiene a salvo.
Solo los que dejan su “ego” en el escritorio y trabajan por y para el candidato tendrán poder y sus cargos estarán seguros en la campaña e inclusive hasta el final del periodo presidencial y quizás sean “presidenciables” como una muestra de su lealtad hacia el partido, su gobierno y el presidente.
Comentemos lo que sentimos que sucede a lo interno de los partidos políticos patrios: Los candidatos presidenciales no escogen a sus colaboradores por su capacidad, sino únicamente por su lealtad, y esto hace que muchos se dediquen a convencer a su líder de “que todo está bien y que no debe preocuparse” y ante esta manifestación los dirigentes y sus partidos se alejan de la realidad nacional y de los propios votantes costarricenses. De ahí el tipo de campaña que nos ha tocado vivir en estos días, sin sentido e incongruente con las circunstancias actuales. Sin embargo, las últimas encuestas de la intención de voto de los costarricenses, nos hacen pensar que los grupos de izquierda y centro izquierda están perdiendo terreno y más bien la derecha política se está posicionado como la segunda fuerza electoral de Costa Rica., esto nos puede hacer pensar que el panorama político nacional va a cambiar y estaremos dando un viraje ideológico y dejaremos de ser el país social demócrata y social cristiano, que fuimos desde 1949.
Esta situación no es casualidad, la falta de propuestas y soluciones a los problemas básicos, como la seguridad ciudadana, la seguridad alimentaría, la salud, la educación. La seguridad ciudadana, es casi inexistente, los ciudadanos no podemos caminar seguros por las calles, aun cuando nos digan que es solo un asunto de percepción. Los alimentos básicos han dejado de ser una prioridad de los gobiernos, ya no producidos ni la cantidad necesaria para el consumo de granos. La salud, es un caos, largas filas, faltan medicamentos, no hay citas para programar las cirugías a tiempo. Los valores familiares son pisoteados por las nuevas políticas publicas en salud. La educación dejó de ser de buena calidad, si queremos educación hay que buscar al sector privado. Pero lo triste es que los “magos” de la política, obvian decirle a los candidatos que nos hablen de estos temas. ¿Qué esperarán los candidatos de su campaña?

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